Hace más de un año que dejé mi último post por la página.
Debo admitir que el tiempo de trabajo y la maternidad, me han quitado algo de tiempo para crear contenido y hacerlo público.
He tenido el privilegio este año de ser parte del equipo de ingeniería de la empresa que colaboro con los procesos de auditoría y su sistema de gestión de calidad. En primer lugar estoy agradecida por el aprendizaje, que ha sido extraordinario; el entender cada día cómo cada parte de un producto juega un rol tan importante en la entrega final para el cliente, me hace extrapolar una actividad tan sencilla a la cotidianidad de la vida real.
Y es que realmente así funciona nuestra existencia. Somos una pequeña pieza dentro del gran sistema que nos rodea. Somos clave y nuestro rol en la sociedad definitivamente juega un papel fundamental. Comparando un poco los términos de calidad de un proceso, cuando algo no anda bien, no funciona o falla, se produce una interrupción de las actividades. Se atrasa una entrega, se producen retrabajos, se pierden recursos. Hay desgaste, hay un costo.

Esto va muy de la mano con la planificación de todo aquello que implique una actividad o proyecto. Debemos tener en cuenta todos los riesgos y factores. Si hay algo que nos ha enseñado la pandemia, es que debemos estar atentos a medir los diferentes escenarios y las implicaciones, en su mayoría cuantificables, que pueden tener un impacto en una actividad, bien sea en tiempo, dinero o recursos.
Desde una perspectiva más proactiva, la pandemia nos ha llevado a proyectarnos sin perder el ahora, a considerar más el valor de lo intangible, a compartir el conocimiento, a abrirnos más a crecer, como profesionales y como personas. Y más importante aún, a ser resilientes ante nuestras habilidades, conocimientos y de nuestra capacidad de afrontar cualquier dificultad o cambio con la mejor actitud.
Y tú, ¿qué has aprendido en estos tiempos de pandemia?
Déjame tu comentario.